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Homenaje en Córdoba – 2017

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Elio Berhanyer: «La cosa más triste es no haber presentado mi colección en Córdoba»

El diseñador cordobés, de 89 años, reconoce que le causó «mucho dolor» perder la cátedra que llevaba su nombre Elio Berhanyer, en Córdoba. / Cadena SER


Elio Berhanyer
 (Elio Berenguer. Córdoba, 1929) es, a sus 89 años, un amante de la moda. Nos recibe en su ciudad, en el hotel en el que se aloja antes de recibir esta semana el homenaje del comercio cordobés y la moda española en el Círculo de la Amistad.

Elio se tuvo que ir de niño de Córdoba después de que el bando nacional fusilara a su padre, un obrero interesado por la cultura, en agosto de 1936. De ese episodio y de la huída con su madre a Sevilla recuerda que por eso, hubo un tiempo en que no quiso a su lugar de nacimiento.

Pero a los 17 años y ya interesado en dibujar de forma autodidacta, viajó a Madrid y allí trabajó en distintos empleos, uno de ellos de botones de una revista de sociedad que le dio la oportunidad, por un golpe de suerte, de mostrar su talento pintando en sus páginas. Y ahí se inició la carrera de uno de los pocos nombres propios de la Alta Costura española junto a Pertegaz o Balenciaga. Dedicado durante años al vestuario de teatro y desde 1960, a lo más elevado de la moda.

Aunque ya no sigue creando colecciones, nunca ha dejado de pensar moda. Y nos reconoce que tiene una espina en el corazón, no haber continuado con la cátedra que llevaba su nombre en la ciudad, que fue impulsada en la Universidad por distintas instituciones públicas y privadas (Diputación, Centro del Textil de Andalucía y Cajasur) y de la que salieron varias generaciones de alumnos.

Qué le parece el homenaje que recibe en Córdoba.

Realmente es un homenaje a la moda, porque si hubiera sido como mi familia, que eran piconeros, no tendría homenaje (risas)

Con la perspectiva del tiempo, cómo ve Córdoba.

Ahora amo a Córdoba, pero en un momento dado no la amé, porque aquí fusilaron a mi padre y durante mucho tiempo no quise venir, pero luego comencé a venir y a sentirme a gusto en mi ciudad.

La imagen que tenemos de usted es con la kipá, que muchas veces ha contado que lleva como símbolo de la Córdoba de las tres culturas.

Yo en Córdoba me siento más árabe que otra cosa, porque para mí Córdoba era el Califato. Antonio Gala y yo nos fuimos de Córdoba y los dos hemos hecho nuestro nombre fuera, pero los dos hemos vuelto. Antonio iba a hacer su fundación en Sevilla, me dijo que Córdoba estaba muerta y Sevilla viva. Y le dije «pues eso está mal». Federico García Lorca nos dio una frase, ‘Córdoba lejana y sola’. Y por eso le dije, «haz la fundación en Córdoba para que no esté ni callada ni sola» y la hizo aquí (sonríe).

Usted también consiguió poner en marcha la Cátedra que lleva su nombre con la Universidad…

Yo también quise hacer algo en el sitio en el que nací. Duró 7 años y me dio pena porque me la interrumpieron por falta de dinero. Y yo estuvo enseñando a los chicos todo lo que yo había aprendido. Lo que se aprende hay que transmitirlo a los jóvenes.

Mucha gente, cuando se habla de Elio Berhanyer, piensa en que llegó a la Alta Costura como uno de los grandes nombres partiendo de la nada, fue totalmente autodidacta.

Yo no aprendí nunca nada y sigo aprendiendo. Yo no sé cortar un traje, he enseñado a la gente para que lo hiciera pero yo no lo he hecho. Por eso, en la cátedra yo tenía a mis chicos que ahora funcionan muy bien. Están ganándose la vida en los pequeños pueblos. Venían de Sevilla o de Granada, no sólo cordobeses.

De origen muy humilde, tras el asesinato de su padre, la huida con su madre al pueblo, ¿Cómo piensa que pudo llegar tan lejos? Conocer a Balenciaga…

No podías quedarte en Córdoba. Eso hizo Antonio Gala y comenzó a hacer sus primeras obras de teatro en Madrid. Yo también me fui. Córdoba no era una gran ciudad y había que ir a una ciudad importante para empezar. Pero al final, todos volvemos. Yo hice el vestuario de una obra de Gala ‘Por qué corres, Ulises’. Pues Antonio Gala y yo somos como Ulises, nos fuimos de Ítaca, de nuestra tierra, para conocer el mundo, y terminamos volviendo siempre.

EL País Semanal.
EL País Semanal. / Cadena SER

Ha vestido a princesas, actrices… ¿Cómo era Ava Gardner?

Ella era guapísima. No era una clienta sino una gran amiga mía. Salíamos casi todas las noches porque a ella además le encantaba el flamenco. Estaba rodando en Madrid ’55 días en Pekín’. Íbamos a Zambra, un sitio de flamenco, salíamos casi todos los días. Y ya se convirtió en una amiga.

Usted quiso desligar su camino de Balenciaga

Balenciaga no empieza en París, empieza en España. Abre en Madrid, Barcelona y San Sebastián. Y cuando triunfa es cuando decide abrir en París y se convierte en el más grande de la moda. Los grandes han sido Dior, Chanel e Yves Saint Laurent. Yo no empecé haciendo moda, empecé con el vestuario de teatro. En 1960 había hecho tanto vestuario que me cansé y decidí hacer Alta Costura. Mi primera colección es de ese año gustó mucho e inmediatamente tuve una gran clientela. Aunque nunca he tenido clientas, sino amigas. Ya en los sesenta y en los setenta paré  muy poco en España porque empecé a presentar mis colecciones por todo el mundo. En Estados Unidos, en Viena, Berlín, Londres, en numerosos países sudamericanos. Aunque, fíjate, no lo hice en Colombia y mi mujer era de allí. Y lo más curioso es que no he presentado en Córdoba. En sevilla sí, y en Bilbao…pero nunca en Córdoba.

Una vez me invitaron para presentar donde hoy voy a estar (Círculo de la Amistad) y no sé qué pasó, porque dijeron que sí y yo también, pero al final algo pasó. «Quiero que presentes aquí y vamos a cobrar la entrada para el cáncer…» Y al final no pudo ser. Sí, tuve la tienda, pero colecciones nunca presenté en Córdoba.

Todos tenemos en el imaginario colectivo sus diseños de las azafatas de vuelo que casi marcaban el desarrollo de un país en cuanto a imagen exterior. Obras suyas.

Primero hice un uniforme que fue considerado el mejor del mundo. Luego otro, otro…Y es que había un concurso nacional al que se presentaban los diseñadores y siempre ganaba yo. Y llegó un momento en que dije «no cuenten más conmigo, no quiero hacer más uniformes».

Diseño de Elio Berhanyer para Iberia.
Diseño de Elio Berhanyer para Iberia. / Cadena SER

En el ámbito personal, nos llama la atención esa época en la que tenía grandes felinos en su casa, guepardos (risa)

Hoy no lo permitirían (sonríe), pero en quella época sí.

A finales de los setenta, la Alta Costura sufrió una crisis…

No, no, fue un problema de un ministro de Hacienda que nos puso un impuesto muy fuerte. Y cerramos todos, Pedro Rodríguez, Pertegaz, Balenciaga y el único que no lo hizo fui yo, que me pasé al Pret a Porter. Balenciaga tuvo una oferta de América impresionante para ello y dijo que no. El Pret a Porter nació en Estados Unidos. Nosotros hacíamos Alta Costura y allí se reproducían series.

¿Cómo ve el mundo de la moda hoy?

Ha cambiado totalmente. De entrada en España no hay Alta Costura, en París sí. Yo llevaba mis colecciones a otros países donde no había Alta Costura. Yo intenté hacer un Pret a Porter que se pareciera. Aunque eran mundos muy diferentes. Ya empezaron a venir las telas de fábrica bordadas, en alta costura hay que bordar. Ahora se borda con piezas de Swarosvski, antes eran bordadoras. La alta costura era para las grandes fortunas.

En su vida ha conseguido numerosos premios, no sólo en España, y además ha sido reconocido por las universidades de Harvard o Florida.

Realmente en el fondo yo he presentado más fuera que en España. En toda Europa, América, en Japón, Sudamérica…en montones de ciudades. Y es importante viajar porque vas viendo cómo visten en cada país. Porque tienen su propia cultura.

¿Qué es para Elio Berhanyer la elegancia?

La elegancia no tiene nada que ver con la ropa, hija. La elegancia es muy personal de la mujer, puede ir muy bien vestida pero no ser elegante, o llevar un trapajo viejo y ser elegante. La elegancia no tiene nada que ver con los trajes, es otra cosa, es otro mundo.

Qué le inquieta ahora, a qué dedica su tiempo…

Yo no podría pensar en el futuro, el futuro ya no existe para mí. Pienso en el pasado pero no como si fuera el pasado, sin como si fuera hoy. A las mujeres que he vestido, las sigo viendo igual. Mi pasado no se lo ha llevado el viento, está aquí en mi cabeza. Y te voy a decir una cosa, tengo 89 años en el cuerpo pero aquí (se señala la cabeza) tengo 20 años. Mi pensamiento está claro. Soy viejo de cuerpo pero me siento joven.

¿Se siente querido en Córdoba?

Para ser muy sincero, me siento querido en todos sitios. Voy a Sevilla y me quiere la gente, voy a Córdoba, Sevilla o Madrid y me quiere la gente. Por ejemplo, hace unos meses me hicieron un homenaje en Barcelona. Mira, con los problemas que tienen, pues me ha hecho un homenaje (risas). Y al final de mi vida, sentirme querido por la gente es lo que he conquistado. El amor de la gente. Lo triste de Córdoba es que me interrumpieran la cátedra por falta de dinero. Eso me puso muy triste. Fue un golpe muy duro, muy duro, no sabes cuánto de duro fue para mí. Cuando me la ofrecieron tuve mis dudas porque no he sido maestro de nadie, pero cuando empecé con mis alumnos y transmitirles todo lo que sabía….porque yo exigía que a final de curso tenían que hacer un traje cada uno y pasarlo en una pasarela. Y fue una de las etapas de mi vida nuevas, porque no había dado clase a nadie. Lo hacía lleno de ilusión.

Si tuviera que quedarse con uno de sus diseños, cuál elegiría.

He hecho tantos, tantos, tantos trajes. A veces una señora se acerca y me dice «tengo un traje suyo», y me explica cómo es pero es que no me puedo acordar de todos. Porque he hecho una barbaridad de trajes. He hecho también colecciones de hombres, y además de mujeres, en mis desfiles aparecían dos o tres hombres. La cosa más triste es no haber presentado en mi tierra, donde nací. Muchas veces me acuesto y antes de dormirme empiezo a diseñar ropa, que se que no voy hacer, pero que está en mi mente. Nueva. En mi cabeza sigue funcionando el diseño.

Así que va a ser verdad que va a estar casado hasta el último día con la moda.

Sí, es verdad, es que el gran amor de mi vida, además de mis amigos y demás, ha sido la moda. No ha sido, porque hablo en pasado, es que lo es. Todavía sigo pensando que el gran amor de mi vida ha sido mi trabajo, el que me ha dado los resultados más hermosos, he conseguido que la gente no sólo me admire sino que me quiere. Es mucho más importante sentir que te quieren. La admiración es para lo que has hecho, pero el cariño es para la persona.

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